Colombia tiene en frente una oportunidad para regular el uso de la IA
- Suárez Consultoría
- 14 abr
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Hay que acceder a un marco regulatorio inteligente, con estándar internacional, flexibilidad local y con proporcionalidad en exigencias.

La IA está logrando lo que hace unos años parecía impensable. Foto: iStock
En un rincón de Nairobi, un trabajador etiqueta imágenes durante 12 horas para entrenar sistemas de IA que luego empleará un ejecutivo colombiano para analizar tendencias de mercado. Esta cadena invisible revela la realidad tras la aparente automatización de la inteligencia artificial y plantea una pregunta crucial: ¿cómo regular esta tecnología sin obstaculizar la innovación que podría impulsar nuestro desarrollo? El dilema regulatorio. La cuestión no es si Colombia debe regular la IA —existen múltiples justificaciones técnicas para hacerlo— sino cómo diseñar una regulación inteligente que equilibre protección e innovación, tema central del foro organizado por la Universidad del Rosario el pasado 2 de abril. Lo que muchos ignoran es que detrás de los sofisticados algoritmos opera lo que el profesor Mark Graham de Oxford denomina “extractivismo digital”: una economía global donde trabajadores de países como Kenia o Filipinas realizan en condiciones precarias el etiquetado de datos que alimenta los sistemas de IA.
Esta realidad sugiere un paralelismo estratégico: si Colombia exporta café con certificación de comercio justo, ¿por qué no exigir estándares similares para los servicios digitales que importa? No se trata sólo de ética, sino de anticiparse a regulaciones globales que inevitablemente permearán el mercado colombiano. La responsabilidad en la cadena de suministro digital será tan importante como lo es hoy en los productos físicos.
Aprendiendo de otros sectores. La evolución regulatoria de la IA probablemente seguirá un camino similar al de la industria textil: primero producción a cualquier costo, luego escándalos sobre explotación laboral y finalmente regulaciones transformadoras. Los empresarios que se anticiparon a estos cambios lideraron el mercado; los rezagados pagaron el precio de la adaptación tardía. Las empresas visionarias reconocen que la sostenibilidad no es un lujo, sino una ventaja competitiva clave. Sin embargo, el panorama se complica por visiones divergentes sobre los riesgos tecnológicos. Silicon Valley prioriza la innovación disruptiva, mientras Europa enfatiza la privacidad y seguridad del usuario.
Como propone Tony Blair en su reciente libro sobre liderazgo, cada país debe encontrar su propio equilibrio en la regulación de la IA según sus prioridades de desarrollo y contexto socioeconómico particular.
Determinar si la regulación debería estar a cargo de un órgano público, privado o mixto añade complejidad. Un reciente estudio de investigadores de Oxford desarrolla un marco de análisis con tres pasos para determinar quién debe vigilar los diferentes aspectos de la IA avanzada: evaluar criticidad (riesgos e incertidumbre), determinar eficiencia (quién posee los recursos necesarios), y seleccionar los reguladores adecuados.
Esta investigación concluyó que para aspectos críticos de seguridad, especialmente evaluaciones que requieren acceso profundo, los organismos públicos deberían participar directamente. Sin embargo, las auditorías de gobernanza podrían ser realizadas más eficientemente por auditores privados bajo supervisión estatal. Además, los autores consideran que los organismos públicos necesitarían cientos de funcionarios dedicados a auditorías en jurisdicciones grandes, similar a sectores como la seguridad nuclear.
Un modelo regulatorio a la colombiana. Según investigaciones de la Oxford Martin AI Governance Initiative, ciertos aspectos de la regulación de IA requieren coordinación internacional, mientras otros pueden gestionarse localmente. Para Colombia, esto representa una oportunidad regulatoria en dos vías: alinearse con estándares internacionales en áreas clave como la procedencia del contenido y el monitoreo de incidentes, y diseñar mecanismos adaptados a la realidad local, como un sistema escalonado de certificaciones según capacidades empresariales.
Este enfoque funcionaría similar a las inspecciones de seguridad alimentaria: estándares globales con implementación adaptada localmente. Un pequeño comercio electrónico no podría implementar los mismos controles que un gigante como Amazon, pero ambos deberían adherirse a principios básicos de transparencia y responsabilidad que protejan a los usuarios finales.
En lugar de exigir que cada empresa colombiana contrate costosos expertos en ética de IA, podríamos fomentar un ecosistema de auditores especializados que certifiquen sistemas según su criticidad y nivel de riesgo, similar a las certificaciones ISO o Invima, pero adaptadas al entorno digital y las capacidades locales.
Avances prometedores. Colombia ya ha dado pasos importantes en esta dirección. El ‘sandbox regulatorio’ implementado por la Superintendencia Financiera demuestra que es posible crear espacios de experimentación controlada donde desarrolladores y reguladores pueden colaborar para encontrar equilibrios. Este modelo podría extenderse a sectores donde la IA está transformando rápidamente las reglas de juego. Un enfoque complementario sería fomentar iniciativas voluntarias lideradas por la propia industria colombiana. Como señalan Simpson, Ortega y Trager, estas iniciativas pueden desarrollar estándares técnicos detallados, facilitar el intercambio de información sobre incidentes y crear mecanismos de evaluación entre pares que complementen el marco regulatorio gubernamental.
La oportunidad estratégica. La disyuntiva para los empresarios colombianos es clara: ¿esperarán pasivamente regulaciones impuestas o participarán activamente en su diseño? La experiencia en sectores como el financiero muestra que quienes se involucran temprano en los procesos regulatorios obtienen ventajas competitivas duraderas y pueden influir positivamente en el ecosistema.
Un sistema de IA mal regulado se asemeja a un edificio construido sin estándares antisísmicos: inicialmente más rápido y ‘económico’, ignorando que los costos de un eventual colapso superarían cualquier ahorro inicial. La oportunidad para Colombia no radica en regular primero, sino en regular inteligentemente, combinando estándares internacionales con flexibilidad local y proporcionalidad en las exigencias.
La IA será un factor determinante en el futuro empresarial colombiano. Los líderes visionarios serán aquellos que vean en la regulación no un obstáculo, sino una oportunidad para construir negocios más sólidos, confiables y preparados para competir globalmente.
Julián López Murcia
PhD, Director de Nalanda Analytica.
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