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Liderazgo con datos: el nuevo dialecto de la alta gerencia

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En Colombia, la ventaja competitiva ya no está en el discurso sino en la evidencia. Los equipos directivos que “hablan datos” deciden más rápido, reducen riesgo y convierten tecnología en margen, flujo de caja y crecimiento sostenible. La transformación digital dejó de ser un plan exclusivo del área de tecnología para convertirse en disciplina de gerencia. Hoy, el lenguaje común de los ejecutivos es la analítica aplicada: métricas que conectan estrategia, operación y resultados financieros. No es un simple dashboard ornamental; es tiempo de decisión más corto, mejor precisión de pronósticos, ciclos de caja más ágiles y experiencias de cliente superiores. En un país de MiPymes dinámicas y conglomerados consolidados, la diferencia ya no es “quién tiene más tecnología”, sino quién la traduce en rentabilidad y flujo de caja con rigor.

La dirección con datos empieza por formular las preguntas correctas y sostener una conversación ejecutiva que reemplace proyectos difusos por apuestas con hipótesis, métricas y fechas. ¿Qué problema de negocio se resuelve y qué decisión cambia mañana? ¿Cómo se medirá el retorno y qué riesgos se controlan en calidad de datos, privacidad, sesgos y ciberseguridad? A partir de ahí, un tablero maduro deja de coleccionar indicadores y prioriza unos pocos conectados al resultado: crecimiento rentable, eficiencia operativa, salud de caja y resiliencia. La clave no es la estética del dashboard sino su gobierno: cada KPI con propietario, meta trimestral y acción correctiva cuando se sale de rango.

El contexto colombiano agrega presión y oportunidad. Según el DANE, la Productividad Total de los Factores aportó 1,36 puntos al crecimiento del valor agregado en 2024 preliminar, esto es un recordatorio de que la eficiencia, no solo el capital ni el empleo, explica una parte sustantiva del avance económico, y esa eficiencia hoy se construye con datos, automatización y mejores decisiones.

La IA generativa ya es parte de la caja de herramientas, pero su adopción exige reglas. Donde más valor aporta también pide políticas de confidencialidad y propiedad intelectual, trazabilidad con revisión humana, evaluación de sesgos y formación práctica en “prompting” aplicado al negocio. La ganancia real no está en la novedad, sino en el rediseño de decisiones y procesos que la IA habilita cuando se integra al gobierno de datos, a la arquitectura de TI y a la cultura de ejecución. Todo converge en el factor más escaso: talento. No se trata de coleccionar certificaciones, sino de construir fluidez en datos a tres niveles que conversen entre sí. La alta gerencia debe leer modelos, interrogar supuestos y traducir hallazgos; los mandos medios han de operar KPIs; y los equipos técnicos requieren ingeniería de datos, ciberseguridad y diseño de experiencias analíticas.

La educación también cambió de idioma. El nuevo estándar ya no es un título aislado, sino capacidad acumulable y aplicable: microcredenciales apilables, laboratorios con datos reales, co-diseño con la industria, evaluación por desempeño y aprendizaje asistido por IA. La frontera de calidad se mide en “tiempo a competencia” y en transferencia efectiva al puesto. El aula se volvió un ecosistema donde confluyen proyectos con empresas, retos de analítica con métricas de negocio, ética y gobernanza de datos desde el día uno y una cultura de aprendizaje continuo que acompaña carreras, no solo cursos. En este marco, quien domina el “dialecto” de la evidencia acelera su empleabilidad y el valor que entrega a su organización.

Aquí entran las universidades que no se quedan en el aula, sino que entrenan en el terreno real. La Universidad EIA articula este “liderazgo con datos” desde tres escuelas. Primero, Ingeniería y Ciencias Básicas, desarrollando la columna vertebral tecnológica —Inteligencia artificial y gestión de datos, analítica avanzada, automatización y ciberseguridad— que convierte información en capacidades operativas. Segundo, la Tech Business School traduce esa capacidad en estrategia, gobierno de datos, finanzas, proyectos, mercadeo y diseño de modelos de negocio emergentes, para que la tecnología se vuelva margen, flujo de caja y sostenibilidad. Y tercero, la Escuela de Ciencias de la Vida aplica evidencia y analítica al bienestar y la salud, integrando bioinformación, ética y regulación, promoviendo decisiones clínicas, operativas y poblacionales basadas en datos. Juntas, las tres escuelas aseguran que todas las trayectorias posgraduales integren, de forma transversal, analítica, IA, tecnología y negocio en contextos reales, demostrando su compromiso con formar esa generación de líderes que piensan con evidencia, ejecutan con métricas y construyen país con resultados.

Para cada profesional, sin importar rol o disciplina, la pregunta ya no es si la tecnología lo tocará, sino cuánto valor será capaz de crear con ella. La vanguardia hoy se conquista aprendiendo todo el tiempo, a dominar lo básico de datos, comprender las métricas del negocio, experimentar con IA en tareas reales, certificar habilidades y documentar resultados. La invitación es concreta: convierta curiosidad en hábito, hábito en evidencia y evidencias en carrera. Es hora de hablar en el idioma del valor, el de la ventaja analítica puesta al servicio del crecimiento sostenible. Ese es el nuevo dialecto del liderazgo competitivo.

Por: Moisés Eduardo Briñez Rincón, PhD.* Fuente: FORBES COLOMBIA https://forbes.co/2025/11/01/brandvoice/liderazgo-con-datos-el-nuevo-dialecto-de-la-alta-gerencia

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